Son muchas las razones que pueden llevarte a dejar tus composiciones a medias.
No eres el único: empezar es fácil, pero terminar requiere otro tipo de energía.

Aquí te dejo algunas posibles causas para que veas si alguna encaja contigo:

1. Buscas hacer una obra maestra

Empiezas inspirado, pero a mitad del proceso empiezas a notar los defectos. En lugar de ajustar, decides parar.
A veces detenerse un momento es una estrategia útil; el problema es cuando nunca retomas.

2. Tu canción tiene demasiadas buenas ideas

Juntas fragmentos potentes, pero no conectan entre sí.
A los compositores con menos práctica les suele pasar: tienen intuición, pero aún no dominan el arte del desarrollo.
La única cura es escribir más, analizar música de otros y aprender a desarrollar una sola idea con profundidad.

3. Falta de disciplina creativa

Como en el ejercicio físico, la constancia marca la diferencia.
Las ideas llegan cuando quieren, pero solo se convierten en canciones cuando te sientas a trabajarlas, incluso sin inspiración.

4. Te afectan demasiado las opiniones de otros

Este punto tiene que ver con la autoestima del músico.
Escuchar opiniones puede ayudarte a crecer, pero depender de ellas te paraliza.
La madurez creativa llega cuando confías en tu propio criterio y entiendes que no existe “música buena o mala”, solo música que te gusta o no te gusta.

Terminar también es una forma de aprender

Terminar una canción no siempre significa que sea buena.
A veces solo significa que diste un paso más como compositor.
Cada canción terminada te enseña algo, aunque no la publiques.

Lo importante es crear un hábito que te permita llegar al final, incluso cuando no estás seguro del resultado.
Ahí es donde empieza la verdadera evolución musical.

Si te pasa esto seguido y quieres avanzar, en mis clases y producciones trabajo precisamente ese proceso: transformar ideas dispersas en canciones reales.